Los hechos.
Había malinterpretado la sucesión de los hechos.
Estaba seguro de que el encuentro de Senjogahara con el cangrejo y la pérdida de su peso había golpeado duro a su madre, quien caería en la secta saca dinero… Pero me dijeron que, en realidad, su madre ya había caído en ella mucho antes de que Senjogahara siquiera encontrara al cangrejo y perdiera su peso.
Debí haber podido imaginarlo si lo pensaba un poco.
A diferencia de los materiales de papelería como cortadores de cajas y engrapadoras, los taquetes no son algo que encuentres al alcance de tu mano sin más. La aparición de esa palabra debió haberme sugerido al instante que Senjogahara habría estado en el equipo de atletismo en ese entonces… Que estaba en secundaria. No había modo de que estuviera en preparatoria cuando incluso las clases de gimnasia pasaban sus límites y ella era parte del club de los que no tienen actividades extracurriculares.
Aparentemente, el punto exacto en el que su madre cayó en la religión —Cuando comenzó a creer en ellos— fue cuando Senjogahara estaba en quinto grado. En el tiempo en que estaba en la primaria, incluso antes de que Hanekawa la conociera.
Y, de acuerdo con Senjogahara.
En aquellos días… era una chica que siempre estaba enferma.
No como la catalogan, sino de verdad enferma.
Luego, en cierto punto, fue azotada por un terrible mal del que todo mundo ha oído hablar. Su condición era tal que solo tenía una posibilidad entre diez de sobrevivir, y la verdad era que los doctores querían tirar la toalla.
Entonces fue cuando…
La madre de Senjogahara comenzó a buscar consuelo.
O deberíamos decir, fue cuando se aprovecharon de ella.
Aunque probablemente fue de manera totalmente independiente con lo de su madre, —“Nadie puede saber con certeza si estuvieron relacionadas o no”, fue la opinión de Oshino— Senjogahara se sometió a una cirugía mayor y logro ser una entre diez. La ligera cicatriz que supuestamente quedó en su espalda era otra cosa de la que pude haberme percatado, si hubiera observado su cuerpo desnudo con detalle en su casa, pero demandar eso de mí, sería rayar en la crueldad.
Admito que acusarla de solo intentar mostrar su cuerpo cuando comenzó a vestirse de arriba hacia abajo volteada hacia mí, de hecho, fue cruel.
Me había dicho que quería al menos un comentario.
En cualquier caso, gracias a la recuperación de Senjogahara, su madre… solo se vio más absorta con las enseñanzas de la religión.
A causa de su devoción… su hija había sido salvada.
Había caído en una trampa clásica.
Es lo que pudieras llamar un caso sintomático.
Aun así, hablando de la familia… de algún modo persistió. No tengo modo de saber qué tipo de credo o cuál grupo era este, pero el no dejar secos a sus creyentes tenía que ser una de sus políticas básicas, cuando menos. Los amplios ingresos del padre de Senjogahara y su familia ya de por sí rica, ciertamente ayudaron… pero mientras los años pasaron, la devoción de su madre, su enfrascamiento, solo empeoró en medida.
La unidad familiar apenas y aguantaba.
La relación de Senjogahara con su madre comenzó a agriarse.
Fue algo que se mantuvo hasta la época en que se graduó de la primaria… pero luego de que comenzó la secundaria, apenas y hablaban. Retomando lo que por Hanekawa supe sobre la persona que era Senjogahara en secundaria, y con lo anterior en mente, se puede entender el cómo sucedió.
En realidad, eso fue como un intento de reivindicación.
Superhumana.
En secundaria, Senjogahara era casi superhumana.
Y… quizá era para probarle a su madre: ‘Puedo hacerlo, no necesitamos ninguna religión.’
Por más que su relación se hubiera podrido.
Probablemente nunca fue una chica activa, no de corazón.
Si siempre estaba enferma en durante la primaria, entonces con más razón.
Debió haber estado forzándose.
Pero esto fue, muy probablemente, contraproducente.
Un círculo vicioso.
Entre mejor se veía y más ejemplar se volvía… más debió aumentar el agradecimiento de su madre con las enseñanzas de la religión.
El espiral siguió en acelero…
Su tercer año de secundaria.
Ocurrió cuando la graduación estaba a la vuelta de la esquina.
Habiéndose unido en un principio por el bien de su hija, en algún punto del camino, la lógica de la madre de Senjogahara se desfasó hasta el punto en que estaba ofreciendo a su propia hija para uno de los miembros ejecutivos del culto. No, quizá eso también era por el bien de su hija… Pensar en la posibilidad era demasiado como para aguantarlo.
Senjogahara se resistió.
Al golpear al líder con sus taquetes, lo dejó tan malherido que le sangró la frente.
Como resultado…
Esta familia se desmoronó.
Quedó en ruinas.
Todo les fue arrebatado.
Perdieron todo lo que tenían, su hogar, sus tierras… e incluso quedaron en deuda.
Casi estaban literalmente secos.
Aunque, de acuerdo con lo que dijo Senjogahara, el divorcio finalizó apenas el año pasado, y ya debió haber estado en el instituto cuando comenzó a vivir en los departamentos Tamikura, todo se derrumbó cuando estaba en secundaria.
Todo.
Esa es la razón.
Ese es el porqué, por qué durante el periodo medio entre ser secundariano y estudiante de instituto, Senjogahara… tuvo un encuentro con él.
Un cangrejo.
—Ya ves, Araragi, el omoshi-kani es un omoishi-gami —dijo Oshino—. ¿Lo entiendes? Omoishi como ‘remordimiento,’ y shigami como ‘preocupaciones’ y ‘aferrarse’… está relacionado con los lazos irrompibles, shiragami. ¿Interpretarlo de este modo no explica por qué ser despojado de su peso priva a la gente de su presencia? Es común ver gente en dramas y películas que sella sus recuerdos tras haber pasado por un evento traumático. Si quieres una analogía, esa sería. Es un dios que carga con los pesares de las personas en su lugar. —En otras palabras, cuando se encontró con el cangrejo…
Senjogahara… se liberó de su madre.
Había ofrecido a Senjogahara al líder a modo de sacrificio y ni siquiera trató de salvar a su hija, cosa que provocó el desastre en la familia, excepto, quizá, que eso no habría ocurrido si la hija no se hubiera resistido aquella vez… Senjogahara se había estado atormentando. Luego dejo de hacerlo.
Dejo de pensar en el asunto.
Se despojó de ese peso.
Quedó libre, sin cadenas.
Ella… hizo trampa.
Ella buscaba… desahogarse.
—Es un trueque. Un trato de intercambio equivalente. Los cangrejos están vestidos de armadura y se ven resistentes, ¿no es así? Muy probablemente esa fuera la idea. Ponerte una coraza en el exterior. Preservar lo que adoras, envolviéndolo con un exoesqueleto. Todo el rato burbujeando. Tan desagradables.
Aunque parecía enloquecido, en realidad, Oshino era… condescendiente.
—El carácter para ‘cangrejo’ está formado con los de ‘resolver’ e ‘insecto’, ¿verdad? Es un bicho que derriba cosas. Los organismos que entrecruzan por las orillas del agua tienden a caer bajo esa rúbrica. Por si fuera poco, esas cosas están… equipadas con tijeras, dos pares de estas.
A fin de cuentas.
Senjogahara fue desprovista de su peso… lo perdió, al mismo tiempo perdió sus sentimientos, fue liberada de su sufrimiento. Por liberarse del tormento… ella fue capaz de entregarlo.
¿Y después de que lo hizo?
Ella dijo que las cosas se volvieron… mucho más fáciles.
Esa era la verdad de lo que sentía.
De por sí, ser desprovista de su peso era un gran trato para Senjogahara. Sin embargo… incluso así, al igual que el muchacho que vendió su sombra por diez piezas de oro, no hubo día en que su trato, volver las cosas más fáciles, no le carcomiera.
Pero no porque le causara problemas con los otros.
No porque algún inconveniente allegara en su vida.
No porque no pudiera hacer amigos.
No porque lo hubiera perdido todo.
Fue una razón simple… perdió sus pensamientos, sus pesares.
Hubo cinco grandes estafadores.
Y ninguno de ellos parecía tener algo que ver con la religión de la madre de Senjogahara… Pero incluso si Senjogahara solo confiaba a medias en ellos, Oshino incluido, ella les concedió casi la mitad de su confianza… y podrías decir que, en ese hecho, yace la expresión de su arrepentimiento. Sin mencionar que visitaba el hospital por pura costumbre…
Nada era lo que pensaba.
Lo entendí todo mal, desde el principio hasta el mismo final.
Por todo el tiempo que vino luego de que fue desprovista de su peso, Senjogahara…
No se había resignado.
No había renunciado a nada.
—No necesariamente es malo, sabes —argumentó Oshino—. Confrontar una experiencia dolorosa no es una obligación. No es como si fueras la gran cosa solo por hacerlo. Si no te sientes bien con ello, es totalmente correcto escapar. Incluso si es abandonando a tu hija o buscando refugio en una religión, esa es tu propia elección. Especialmente en este caso, recuperar tus sentimientos y tu carga en este punto no servirá para nada, ¿verdad? La muchachita, que dejo de sentir el tormento, volverá a atormentarse, pero eso no traerá de vuelta a su madre ni restaurará su familia destrozada.
No servirá para nada.
Oshino parecía no querer decirlo de modo que sonara ridículo o como sarcasmo.
—El omoshi-kani te arrebata el peso, tus pensamientos, tu presencia. Pero no es como nuestra pequeña vampiresa Shinobu, tampoco como aquella gata lujuriosa. La muchachita rezaba por él, y fue así como este respondió. Un intercambio… el dios siempre lo tuvo con él. Ella en realidad no había perdido nada.
Pese a eso.
Aún con todo eso.
Por esa razón.
Hitagi Senjogahara… lo quería de regreso.
Quería que se lo regresaran.
Los sentimientos por su madre, luego del hecho.
El recuerdo y el tormento.
No sé qué significado tiene y dudo que algún día lo sepa, y, tal como señaló Oshino, es un sinsentido que no traerá de vuelta ni a su madre ni a su familia, y solo sumirá a Senjogahara en pensamientos de tormento, pero…
No es como si algo fuera a cambiar, aun así.
—No es como si nada fuera a cambiar —dijo Senjogahara al final.
Vi sus ojos rojos e hinchados por el llanto.
—Y definitivamente no es un sinsentido. Porque, al menos, conseguí un amigo muy querido.
—¿Y quién sería ese?
—Estoy hablando de ti.
Por costumbre me hice el tonto, pero la respuesta de Senjogahara no fue tímida ni tuvo rodeos, sino directa… y con orgullo.
—Gracias, Araragi. Estoy muy agradecida por lo que has hecho. Me disculpo por todo hasta la fecha. Espero que no veas como una descarada, pero me gustaría que siguiéramos siendo amigos.
Vaya descuido de mi parte… el ataque sorpresa de Senjogahara se clavó muy profundo en mi corazón, muy profundo.
¿Y nuestra promesa de ir a comer cangrejos?
Tendrá que esperar hasta el invierno.

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